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jueves, 12 de agosto de 2010

Dilma, en el Brasil de las maravillas

Dilma, en el Brasil de las maravillas

Carolina Barros

Miércoles, 11 de agosto de 2010

“Maravilhoso” panorama que presentan hoy las encuestas: con 10 puntos de ventaja y una tendencia ascendente que parece irreversible, Dilma Rousseff, la candidata del petismo (Partido de los Trabajadores), sería la vencedora en las elecciones presidenciales brasileñas de octubre. De ganar, no sólo sería la primer mujer en ser electa presidente (la tercera en el Cono Sur, después de Michele Bachelet en Chile y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina) sino que después de ocho años en el poder, el popular Luiz Inacio Lula da Silva tendría en “Dilminha” a la continuadora y custodia de ese “país de las maravillas” que le deja. Para poder volver al Palacio del Planalto, quizás, en 2014 (algo que este fin de semana el mismo Lula volvió a descartar) o para dedicarse, tranquilo mientras Dilma administra el gigante brasileño, a la política internacional.

Maravilhoso, envidiable, es el legado que le endosa Lula. Lo dicen los números: de acuerdo al FMI, entre 2001 y 2010 el PBI per capita de Brasil creció 162,8%. Más aun: las perspectivas son que de aquí a 2015, en coincidencia con la muy probable presidencia de Dilma, ese PBI podría trepar otro 35%. No es todo: según el FMI, en 2011, el ingreso per capita de cada uno de los 193 millones de brasileños podría traspasar la marca de los u$s 10.000, y en 2013, el país superaría a Italia para colocarse como la séptima economía del mundo. Muy lejos quedarían, así, esos magros promedios del quinquenio 1968-1973, cuando el Banco Mundial registró un crecimiento del 11% y un ingreso per capita de apenas u$s 500.

Todavía hay más: esa transformación económica de los años del lulismo se derramó, generosa, hacia las capas sociales más bajas. De acuerdo al economista Marcelo Neri de la Fundación Getulio Vargas, la renta per capita del 10% más rico creció 11,2% pero la del 10% más pobre de la población mejoró 72%. “Hoy, los pobres saben que pueden llegar”, resumió Lula en una reciente entrevista al semanario IstoĖ. Se refería, claro, a las bondades de dos de los planes sociales de mayor efectividad, “Hambre Cero” y “Plan Familia”, que permitieron además de que los más pobres comiesen tres veces al día (como prometió durante su campaña electoral en 2002), que 30 millones de brasileños pudiesen acceder al consumo.

  • Dos que quedan

Con ese testamento y como heredera universal es que Dilma ya empezó a armar su futura estructura presidencial para diferenciarse de Lula. Su equipo de campaña dejó trascender que, a semejanza del modelo estadounidense, nombraría asesores especiales para la Presidencia. Y en dos áreas: Seguridad y Defensa, y Relaciones Exteriores. Sería una manera de tener cerca a su “propia gente”, ya que es casi un secreto a voces en Brasilia que tanto el actual ministro de Defensa, Nelson Jobim, como el canciller Celso Amorim, continuarían en sus cargos si es que ella toma la batuta el 1 de enero de 2011.

Lo de Jobim se explica porque no finalizó todavía la “revamp” de las FF.AA brasileñas, con adquisición de armamento, aviones y una flota “blue water”, con submarino atómico incluido. Por otra parte, tampoco ha sido completada la reforma de Defensa hacia un ministerio “civil”, un proyecto encarnado en la figura del mismo Jobim, que es el primer no militar en llegar a ese cargo, y que no oculta sus aspiraciones presidenciales para 2014. Dilma agregaría, por su parte, otro item a esa transformación: colocaría a la ABIN (Agencia Brasileña de Inteligencia) bajo la orbita directa del Presidente.

En lo que respecta a Itamaraty, el ministerio de Relaciones Exteriores, el transitado canciller Amorim prepara una mega reforma para la ‘era Dilma”. De acuerdo a IstoĖ, Amorim duplicaría la planta estable de la cancillería, llevándola a 1500 funcionarios (durante los 8 años de Lula, Brasil abrió 64 nuevas embajadas, que hoy suman un total de 223). Por eso es que en Brasilia se habla de un proyecto de ley para crear 400 nuevos cargos diplomáticos. “Amorim busca una superoblación diplomática que desprofesionalizaria a nuestra cancillería” dijo un “itamarateca” de la vieja escuela ante la consulta de este diario.

Esos cambios que promueve Amorim para la presidencia Dilma, beneficiarían también al mismo Lula. “Quiero transmitir el cúmulo de aciertos que tuvimos en Brasil en materia de políticas sociales, hacia países de América y de África”, dijo el presidente Lula en una larga entrevista este fin de semana. En ella, dejó en claro que como ex presidente buscará construir un partido regional, base para “una organización política aquí en América Latina, con una doctrina nueva”. Esa construcción internacional que proyecta, contaría con el apoyo de un think tank (el Instituto Lula, claro), y las extendidas redes globales de Itamaraty.

Sin embargo, en el Brasil de las Maravillas, esos sueños futuros de Lula podrían abrirle a Dilma la puerta a la pesadilla. Es que en la herencia maravilhosa que le toca, viene el mismo Lula. Imbatible, con 86% de imagen positiva y con una aprobación gubernamental de 76%., la sombra popularísima de Lula y la posibilidad de que vuelva a la presidencia en 2014 podrían atrapar a Dilma en un laberinto sin salida. Una contradicción en las dimensiones, sin conejo blanco ni reina de corazones: casi como la que redactó Lewis Carroll.

carobarros@yahoo.com


Opinión y Análisis - Dilma, en el Brasil de las maravillas

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