El extraño nacionalismo chavista
Elides Rojas
01.08.2011
11:39 AM
El chavismo ha entregado a chinos, brasileños, iraníes, españoles y hasta a empresitas piratas de Nicaragua, Bolivia o Ecuador la ejecución de grandes obras de vialidad, puentes, sistemas de transporte, redes ferrocarrileras, puertos. Muy pocas de esas obras han sido terminadas, muy pocas avanzan. Muchas o no arrancaron o simplemente están paralizadas a la orilla de autopistas y caminos. Se han robado un realero, no tienen nada qué mostrar en la gestión y, para completar la faena, le generan un grave daño tanto a la mano de obra venezolana como a los empresarios nacionales. Todo a propósito. Nada casual. El chavismo le entregó a los cubanos, con todo gusto y hasta con cierta tembladera en las coyunturas, prácticamente la médula de de los sistemas de seguridad de Estado. Los cubanos mandan dentro y fuera de los ministerios, en cedulación, en pasaportes, en registros, en notarías, en importación de alimentos, en importación de medicinas, en puertos, en compra de herramientas de seguridad aeronáutica, en políticas de agroindustria, en política exterior, en deportes, en educación, en medicina. Los cubanos no son una isla vecina. Cuba es cogobierno. Los Castro son cogobierno.
El chavismo entregó a empresas y países extranjeros la construcción de viviendas y hasta la optimización del sistema nacional de electricidad. Gran parte de los negocios y operaciones de Pdvsa, aunque el discurso chavista diga lo contrario, fue objeto de una nueva privatización. Ahí mandan cubanos y chinos. Ahí campean iraníes y bielorrusos. Hasta los gringos, italianos e ingleses están completicos por esos lados. Igual en el sector gas. Lo demás es discurso y mamarrachería chavista vestida de verde, pues rojo ya no será más.
La deuda coloca a Venezuela casi en manos de sus acreedores. Los mismo de siempre más chinos y japoneses. Y, como consecuencia directa de las políticas castristas, no se produce ni café. Todo depende de las importaciones que como es natural, están trianguladas con cubanos. Todo esto sin nombrar la regaladera a países de la cuerdita, una materia que ya supera los 250 mil millones de dólares.
Eso es nacionalismo. Nacionalismo puro. Nacionalismo rojo, aunque ahora quieran teñirlo de amarillo pollito.
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