La revolución podrida
Elides Rojas - Sobre la marcha
08.03.2011 E Universal
11:46 AM
Se roban los reales directamente en los ministerios. Contratan obras con amigos y socios de ocasión, reciben adelantado parte del presupuesto total y ni siquiera comienzan los trabajos. Hacen fraude con los presupuestos y cotizaciones. Contratan hasta cuatro veces para la misma obra. Hacen volar maletines llenos de dólares por todo el mundo. Le regalan dólares y euros a presidentes, grupos de apoyo, organizaciones de sabotaje, afectos políticos, contratistas cercanos y hasta relacionistas públicos en Estados Unidos. Financian, y se quedan con las comisiones, a pequeñas células desestabilizadoras en Centroamérica, Suramérica y el mundo. En las embajadas y consulados cobran hasta por un saludo. Tienen alcabalas para bajar de la mula a la gente en todas las oficinas públicas que implican diligencias vitales para personas y empresas: Cadivi, identificación, extranjería, notarías, registros, solvencias, certificados, puertos. No es una revolución es un gran negocio. Administradores de empresas públicas como Pdvsa o Sidor hacen cualquier clase de trampas en el exterior y se enriquecen, mientras el líder habla bolserías en las cadenas. Sale plata en efectivo para marchas y movilizaciones, empanadas, refrescos y cervezas; pero la mitad se la agarra los organizadores. Hasta hace poco le cobraban un dineral a bingos y casinos para mantenerlos abiertos ¿Qué pasó? Nadie sabe. Hasta hace poco hacían tremendos negocios con un buen número de banqueros y empresarios socialistas, quienes de un día para otro tuvieron que salir huyendo al exterior o están presos ¿Qué pasó? Nadie sabe. Hasta hace poco dos o tres empresarios se hacían multimillonarios importando la comida para Pudreval y Mercal, hoy están en el exilio o presos ¿Qué pasó? Nadie sabe. Llueven las denuncias por narcotráfico en contra de funcionarios y especialmente militares. Hay una verdadera tormenta de denuncias por contrabando de gasolina en la frontera y en las costas contra militares y funcionarios revolucionarios. Siguen sacando la comida hacia otros países a precios internacionales comprada internamente a precios subsidiados. Usan los aviones de Pdvsa para giras turísticas, fiestas, paseos de familiares y amigos. Usan aviones y helicópteros de la Fuerza Armada para paseos grupales de familiares y amigotes de las nuevas cúpulas podridas. Se han perdido más de 50 mil millones de dólares en planes de construcción de viviendas. Se han perdido unos 30 mil millones de dólares en proyectos de reconstrucción de carreteras y autopistas. Cobran vacuna para no invadir haciendas o fincas. Igualmente cobran vacuna para devolverlas. La gran fuente de corrupción revolucionaria está en los tratados comerciales bilaterales secretos donde Venezuela compra y cualquiera vende, dándose el caso de que Cuba, Argentina, Irán y Libia llevan el liderazgo en esta materia. Todo el dineral que han gastado en compras de armas, con los militares a la cabeza de las negociaciones, está marcado por una tajada que nunca baja del 20% en dólares o euros. Compran casas prefabricadas que terminan arrumadas en patios en el interior del país. Regalan petróleo, pero cobran comisiones por asignar los cupos. Pagan sobreprecios inmensos en los pocos casos en que han pagado por las propiedades que se han robado con la cobija de las expropiaciones. Le roban hasta los pagos a las madres cuidadoras o a nóminas completas de empleados públicos, como pasó en Apure. El mercado negro de divisas es alimentado por el propio gobierno y sus funcionarios se hacen millonarios en meses. Cada modalidad que inventan para vender divisas fuera de Cadivi termina siendo una fuente de corrupción de peso internacional. Varios ministros y altos funcionarios se han llevado sus grandes tajadas de dólares y el rey ni los nombra.
Es, sin duda, una revolución ratera. El gobierno más largo y más corrupto de la historia contemporánea. La generación más ladrona y hambreada que jamás haya gobernado en Venezuela. Tienen el poder, los tentáculos, la fuerza, las armas, el dinero. Y lo mejor, tienen asegurada la impunidad, pues los órganos que deben controlarlos son parte de la mafia.
Así cualquiera se queda a gobernar 50 años. Como Gadafi.
Twitter: @ejrl
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