 | Caracas, miércoles 05 de septiembre, 2007 Opinión | |
Elides J. Rojas L. Una lluvia de dólares sin dolientes permitió saber qué es lo que quiere Chávez Desde el año pasado, antes de las elecciones, se venía hablando insistentemente de la reforma constitucional. Chávez la anunció, pero deliberadamente la escondió. De hecho, un papel de trabajo filtrado a los medios permitió que los venezolanos se enteraran más o menos de cómo sería el país donde vivirían. El mismo Chávez y sus repetidores le restaron importancia a la propuesta. "Apenas es un boceto y no todo lo que se dice es cierto", fue el lema en eco. No obstante, la verdad es que no hay mayor diferencia, salvo las pinceladas finales de Chávez, con relación al trabajo de Carlos Escarrá y la comisión de bulto. La maleta de dólares de Buenos Aires precipitó las cosas. El país de un día para otro se encontró con un rediseño que debe ser aprobado este mismo año sin que algún debate pueda modificar ni una letra de lo que Chávez ordenó y que, seguramente, los orientadores estratégicos de Cuba le dibujaron mucho antes de que Escarrá pudiera leer la primera línea. Ahora, gracias a los 800 mil verdes enmaletados, al menos sabemos que el comunismo a la chavista, es la meta planteada por los cubanos para asegurar el puente de billete hasta que no quede ni una gota de petróleo. También sabemos que el fin último, y ligado al anterior, es legalizar la eternización de Chávez en la silla y, por lo que se ve, también en Bolivia, Nicaragua, Ecuador y otros gobiernos prestos para agarrar aunque sea fallo. También sabemos que los militares pasarán de ser parte de una institución a formar una casta con un enorme poder y repleta de privilegios socialistas. Es decir, mucho dinero que administrar con mejores condiciones que en estos últimos casi nueve años. Gracias al maletinazo en Argentina también sabemos que todos los cargos de elección popular que conforman la estructura de gobierno regional y local se convertirán en un gran museo de artesanía china. Gobernadores, alcaldes, concejales y demás personajes que viven de las cuentas públicas podrán seguir haciéndolo, pero bajo las órdenes de otros jefes designados directamente por el dedo sabio e infalible. Gracias al viaducto Caracas-Buenos Aires ahora sabemos que la Constitución que estrenará la República Socialista de Venezuela consolidará todo lo que hasta ahora se ha visto: caudillismo, centralización, militarización, autoritarismo, egocentrismo, abusos, regaladera de plata y dominio de poderes. Gracias a los billetes abandonados en el aeropuerto sabemos que los cambios no mejorarán las opciones futuras de nadie. Al contrario. El país será un eterno Aló Presidente: paja, gamelote, adulación extrema, aplausos fáciles, insultos, canciones desentonadas y promesas vacías. Y con carácter continuo, indefinido, eterno. Gracias, Buenos Aires. Al menos ya sabemos para dónde va esto.
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