Buscándole salidas a este atolladero, una opción podría ser dividir a Venezuela en dos mitades: una mitad para los que estamos equivocados y otra mitad para los que transitan el camino correcto. Podríamos tomar como modelo la división de Alemania luego de la segunda guerra mundial. Los que estamos con el imperio nos vamos para un lado, los patriotas que no se someten a ningún país extranjero se van para el otro. El punto está en como dividirnos el territorio, para que la riqueza se reparta equitativamente. Lo bueno que tiene Venezuela es que no hay lado malo, al menos en lo que no tiene que ver con nosotros, los ciudadanos. El territorio es todo él espectacular, donde no hay petróleo hay oro, donde no, hierro, o playas maravillosas, o ríos caudalosos capaces de producir energía hidroeléctrica para exportar (a la otra Venezuela). Lo que a mí si me gustaría es que en mi lado tocara Mérida, por aquello de la “calidez del frío”. Las dos Venezuelas a deberían tener salida al mar, porque si no ese será el primer motivo de conflicto bélico. ¿Ustedes se imaginan las noticias de un conflicto bélico entre las dos Venezuelas? Sería algo así:
” …según los últimos reportes de nuestros corresponsales, ambos ejércitos se encontraron cerca del paso fronterizo del túnel de La Cabrera. Los de acá trataron de volar el puente, pero se dieron cuenta de que la ineficiencia nacional ya lo había destruido. Ambos ejércitos trabaron contacto en la zona del Campo de Carabobo, donde nació la Venezuela que acababan de destruir. Como la mayor parte de los soldados pertenecían a familias divididas por el conflicto, a escondidas de los comandantes, se reunieron para preguntarse unos a otros cómo estaban por la casa y qué era de la vida de la familia que quedó en otro lado. Ya que estaban en eso, soldados de ambos bandos llevaron unas cervecitas para salpicar el encuentro (justo es reconocer que en una de las pocas cosas en las que hubo consenso fue en el reparto de la compañía productora de cerveza, lo que muestra que por más cruentos que sean los conflictos, al final la humanidad se impone)…cuando llegó el momento de la confrontación, ambos ejércitos estaban trancados en una partida de dominó, lo que obligo a suspender, hasta nuevo aviso, la batalla”
Naturalmente, como hicieron con la ciudad de Berlín, Caracas debe ser dividida, como con el resto del país la división será este-oeste. Un muro debe construirse para separar las dos mitades y sería hermosamente emblemático que el muro divisorio pase por la Plaza Venezuela. Es justo que la Ciudad Universitaria, patrimonio de la UNESCO, aunque no lo sea nuestro, quede picada por la mitad: media Aula Magna, medio estadio de béisbol, que tendrá una reglamentación especial para que puedan ambos venezolanos disfrutar de la temporada que enfrenté al Caracas del oeste contra el Magallanes del este.
Obviamente nuestra música debe actualizarse. A la canción de Ilan que dice “voy de Petare rumbo a La Pastora”, habrá que añadírsele:
“Voy de Petare
rumbo a La Pastora
y ya saqué mi pasaporte
en mi SAIME o mi ONI-DEX”
Lo mismo, lógicamente, con nuestro himno, cuyo coro quedaría así:
“Gloria a los bravos pueblos
que los yugos lanzaron,
las leyes respetando
las virtudes y los honores”

¿Nos merecemos esta división? ¿Somos acaso dos Venezuelas? Triste sería que cobrara vida entre nosotros el conocido poema de Machado:
Venezolanito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Venezuelas
ha de helarte el corazón.